¿Se forman peores futbolistas con la perdida del fútbol callejero?
En un contexto en el que cada vez es menos común ver a niños/as jugando a fútbol en la calle, se genera una duda respecto a la calidad de los futbolistas de élite.
Hadi Anani
Las sociedades han cambiado, es una realidad plasmable. Los niños y niñas están cada vez menos en las calles con un balón de fútbol. La aparición de las redes sociales y el auge del uso del teléfono móvil entre los más jóvenes, reduce una tradición no escrita que a otras generaciones les chirría ver. Sin tener una estadística ni un estudio que lo corrobore, el propio ojo humano y la opinión popular reflejan dicho cambio de tendencia social.
Para aquellas personas que han practicado el fútbol en la calle, y para los profesionales que saben de las ventajas de esta variante del deporte rey, es una desventaja para los futuros futbolistas. De hecho, por ese mismo motivo muchas instituciones y/o empresas han hecho campañas para frenar aquellos carteles que indican “prohibido jugar a la pelota”. En Barcelona, por ejemplo, hace 4 años empezó a colgar carteles de ese tipo. Por otro lado, hay casos como el ayuntamiento de Venecia, que recomienda que se juegue a fútbol en las plazas, en una ciudad en la que las calles no están hechas para practicar deportes con balón.
Eso se ha trasladado al fútbol profesional. Los formadores y los directores de canteras de los mejores equipos del mundo han detectado ese problema en los terrenos de juego. Los profesionales consultados para escribir este artículo ven el cambio en los recursos de los jugadores a nivel individual, cómo toman ventajas, su miedo a equivocarse, la rigidez en sus decisiones… en ello ha influido también la aparición de las academias de fútbol, que han ganado importancia y, por ello, el aprendizaje futbolístico es cada vez más reglado. Por lo expuesto anteriormente, los profesionales han tenido que adaptarse y buscar nuevos métodos de formación, con el fin de no reducir las prestaciones de los mejores futbolistas del planeta con esos cambios sociales.
Con toda esta alteración, la duda surge: ¿los futbolistas son peores porque de pequeños no juegan a fútbol en las calles, y sí en escuelas de fútbol?
La respuesta, según diferentes directores de cantera, no. Pero sí son distintos. Ahora son futbolistas reglados, niños y niñas más académicos/as. Muestran menos recursos individuales porque no tienen un espacio para experimentar, como lo puede ser un parque. Es menos creativo/a, más conservador/a y, por consecuencia, más obediente y correcto/a. La diferencia está en los contextos que tienen en las calles: las situaciones de ‘3 vs 3’, o ‘5 vs 5’, permitían que el jugador sepa buscar soluciones por su propia cuenta, y en edades más avanzadas (14 años, por ejemplo) el futbolista ya estaba más hecho, y solo tenía que saber competir en un terreno de juego, con las normas profesionales. Por otro lado, formadores de escuelas de tecnificación apuntan a que las calles aportan el denominado ‘cancherismo’ argentino, algo que en las academias predomina una disciplina que le priva de esa ‘agresividad competitiva’ necesaria en la élite.
Soluciones y adaptación al fútbol profesional
Se ha mencionado previamente que los profesionales buscan soluciones para que el futbolista se exprese igual que lo hacía en las calles desde las mejores canteras del mundo. Los remedios que exponen, proponen y aplican son numerosos:
- Los entrenadores deben utilizar diferentes estructuras y buscar que los jugadores se adapten a diferentes situaciones. Buscar un espacio distinto para que el jugador no se ‘ahogue’ y no sea obediente. Tiene que interactuar y formarse desde diferentes lugares. Adaptarle a diferentes posiciones para que encuentre situaciones nuevas.
- El juego en diferentes superficies y escenarios. En el FC Barcelona, se hizo una propuesta que fue presupuestada pero frenada por el impacto del COVID, en la que se creaba un espacio en su ciudad deportiva con diferentes superfícies (arena, hierba…) y reglas diferentes (modificar el tamaño de las porterías, balones de diferentes tamaños…). El objetivo fue fomentar una práctica similar al fútbol callejero y que el niño/a tenga ese espacio para expresarse.
- Generar adaptabilidades. Un ejemplo real se encuentra en una práctica común en Marcelo Bielsa en sus equipos: entrenamientos en pendientes/subidas, donde el entrenador argentino mandaba a disputar situaciones de ‘3 vs 2’ en dichas situaciones alejadas de lo convencional.
- Combinar la calle con el aprendizaje académico. La desaparecida creatividad se consigue en el fútbol callejero, pero la disciplina y los aspectos más teóricos relacionados con el juego se logran en las academias. Según los propios trabajadores, en las escuelas de fútbol quieren que los futbolistas vengan de la calle les ven hasta necesarios, porque los casos de niños/as que se encuentran en riesgo de exclusión social generan vestuario.
- Reducir la influencia de los medios de comunicación y las redes sociales en la creación de ideales en el mundo profesional. Modelos como el de la Selección Española de fútbol y su Mundial de 2010, con el conocido ‘tiki-taka’, se intentan trasladar a niños/as que no están preparados/as para ello. Ni mucho menos es una ventaja para su formación.
- Como formador/a, entrenador/a o padre/madre: permitir errar al futbolista, tener paciencia, ayudar al jugador a llegar a la élite desde la formación, no a que gane torneos ni la búsqueda del rendimiento inmediato. Hay que dejar que el futbolista muestre su personalidad.
El cambio de paradigma salpica al Athletic Club
Basándonos en un club de fútbol que vive especialmente de la formación de futbolistas de su cantera, el hecho de que cada vez aparezca más ese jugador rígido afecta a Lezama y a su futuro. Sin olvidar que le puede desfavorecer el descenso de natalidad y la disminución de licencias tras el impacto económico de la pandemia del Coronavirus. Por ello, las soluciones mencionadas anteriormente, entre otras, deben adaptarse y aplicarse al fútbol vasco, al de cantera y el que se practica en sus instalaciones.
Captar más talento, trabajar conjuntamente con los clubes convenidos (además de aumentar la relación con ellos), más movimientos, estructuras y espacios para que el niño/a de Lezama juegue y no se limite, reducir al máximo la presión del entorno sobre sus jugadores, tener contratados a los mejores formadores y captadores y/o aprovechar la ventaja competitiva de su filosofía y apostar por el talento de Euskal Herria, manteniendo su identidad a nivel de juego y de club. Son algunas de las soluciones y propuestas que realizan los conocedores del entorno formativo profesional y del Athletic, con el fin de evitar que esa pérdida del fútbol callejero perjudique el futuro a largo plazo del club vasco.
Mientras la práctica del fútbol no se pierda en su esencia, sea desde las plazas o desde las academias, siempre habrá buenos jugadores. La adaptación y las nuevas herramientas se tendrán que aplicar cada vez más, teniendo en cuenta que la ausencia del fútbol callejero será mayor con las nuevas tecnologías y el cambio de tendencia entre los jóvenes.