RECUERDOS DE SAN MAMÉS
21 Abril 2013
Pablo Castro
Sinceramente no recuerdo la primera vez que fui a San Mamés. Sí que recuerdo que mi caso era un tanto especial, ya que mi afición por el Athletic no me venía de familia. Recuerdo que el único esfuerzo que hacía mi padre por llevarme al fútbol era comprarme la entrada, buscarme algún amigo que me pudiera llevar, acompañarme a la puerta de entrada y venirme a buscar a la salida. Quién sabes si resultó un esfuerzo suficiente para fraguarse lo que hoy a mis 26 años pasa por mi cabeza cuando pienso en San Mamés.
La vida ha cambiado mucho desde entonces. Ahora llevo 15 años de socio, llevo 4 años viviendo en Madrid, pero hay una cosa que no ha cambiado desde la primera vez que mi padre me dejó en la puerta 40 del campo: mi mayor pensamiento durante la semana es que llegue el momento de ir a San Mamés para ver al Athletic.
En ese periodo de tiempo miles de recuerdos invaden mi cabeza. Si me pongo a pensar todos ellos, hay algo que me impide continuar. Pensar que dentro de tres partidos, no volveré a pisar ese templo que tanto supone para mí y para mucha de la gente que me rodea.
Durante este tiempo he vivido grandes noches, recuerdo especialmente el partido que nos dio la segunda plaza en liga y la consecuente clasificación para La Liga de Campeones, o la gran remontada contra Osasuna (4-3). La gran noche de la semifinal de copa Contra el Sevilla o la apoteosis de la semifinal europea contra el Sporting de Portugal.
También recuerdo noches más desagradables que no me gustaría citar, o tardes de infarto como el último partido de liga contra el Levante que evitó dar con nuestros huesos en segunda división por primera vez en la historia.
Recuerdo grandes pitadas, pero sobre todo recuerdo grandes ovaciones, tanto a jugadores propios como a jugadores ajenos, que siempre pasarán a la historia de este campo y de este club. Las ovaciones me han puesto la piel de gallina en muchas ocasiones. Julio Salinas, Urzaiz, Valerón, Guerrero, Zidane, etc.
Por mi cabeza pasan muchos homenajes y el sentimiento que ellos generan. La vuelta de Gurpe tras su sanción, pero sobre todo aquella tarde de Mayo en la que Etxebe pisó San Mamés como capitán del Athletic por última vez. Ponerse en su piel me provocó un escalofrío, y pensar que otras 40.000 personas en ese momento estaban sintiendo lo mismo que yo fue lo que lo hizo todavía más emocionante.
En San Mamés mis ojos vieron por primera vez a Andoni Iraola, otra seña de identidad de este club y este campo. Fue en un partido de playoff de ascenso a segunda división con el Bilbao Athletic. Pero mis ojos también vieron debuts en San Mamés como el de Fernando Llorente, Iker Muniain o Iker Casillas.
Mis ojos abandonaron llorosos la catedral en noches como el último partido de Raúl en San Mamés el año pasado o en noches agónicas como la semifinal de Copa contra el Betis o la europea que nos metió en la final de Bucarest.
Sin embargo, y más allá de los citados recuerdos reales, mi cuerpo se llena de sensaciones cuando la palabra San Mamés viene a mi cabeza. Porque San Mamés y el Athletic son ese padre con su hijo vestidos de rojiblanco, esos amigos que se funden en un abrazo en un gol, esa señora que se maldice cuando se falla un gol, ese grupo de aficionados que anima cuando nos meten un gol en el peor momento, ese jugador de campo que yace tirado en el suelo llorando y repleto de rabia contenida cuando termina el partido más importante del año o todo el campo coreando el himno y su alineación al principio del partido.
Porque la Catedral es diferente, porque siempre está a reventar, sea cuando sea y contra quien sea el partido. Porque nunca hemos necesitado recurrir a San Mamés porque siempre ha estado ahí, porque San Mamés y el Athletic permanecerán unidos por siempre en el corazón de todos los que alguna vez tuvimos el privilegio de pisar algo tan pequeño e insignificante en el mundo como importante en las memorias y recuerdos de tanta gente, porque San Mamés, es y seguirá siendo la casa de una gran familia, una familia con miembros de una diferente naturaleza pero unidos por un mismo fin, el Athletic.
Por último, decir que aún queda un último recuerdo de la Catedral. Cada día sueño y pienso al menos 10 minutos en cómo será ese día. Porque me imagino el día del partido contra el Levante (último partido oficial en San Mamés) y veo que me pasará lo más parecido a eso que dicen que pasa cuando estás al borde de la muerte. Estoy convencido que entre el primer pitido y el último pitido del árbitro señalando el final del partido, pasarán por mi mente todos estos recuerdos como en una película.
Athletic gu gara! Aupa Athletic!