CUANDO EL ÍDOLO SE CONVIERTE EN UNA RELIGIÓN

Foto: Unai Zabaleta

Foto: Unai Zabaleta

13 Mayo 2013

Juanma Velasco

Cerrar las cuentas pendientes siempre es una buena fórmula para crecer. El Athletic, con sus 41 puntos en la clasificación, empieza a pensar ya en la próxima temporada. Lo hará con ganas después de haber vivido un curso en crisis permanente, en la que no ha habido una semana tranquila y en la que todavía hay multitud de frentes abiertos. Algunos, además, tardarán tiempo en cerrarse. Es más, se avivarán durante el verano, cuando entre playas y fiestas patronales, en el encuentro con amigos de temporada veraniega, el hincha rojiblanco vuelva a sentir como se le tensa la yugular al recordar determinados episodios para olvidar de la campaña que está a punto de dejarnos.

Zaragoza, Levante y Rayo serán los últimos rivales de un Athletic que desnudo de la tirantez clasificatoria que le ha perseguido durante toda la campaña bien podría sacar su mejor fútbol cuando tenga que afrontar unos partidos sin, se supone, demasiada presión. Habrá quien piense que en estas jornadas es posible que los planteamientos de Bielsa puedan ser diferentes a los anteriores y, con ello, salpicar las alineaciones con los menos habituales o futbolistas con opciones de destacar en el futuro. Sin embargo, no parece que puedan darse demasiados saltos express. El argentino da la sensación de que no se muere por colgarse medallas con debutantes.

Así que habrá que hacerse a la idea de que estas tres semanas que restan para el adiós, jugarán los mismos. Entre ellos, habrá un protagonismo especial para Llorente, a 270 minutos de ser historia competitiva con la rojiblanca, y Bielsa, que lleva el mismo camino porque apunta a que afronta la última txanpa de su regata en el club. Así que serán tres semanas intensas para todos los que les tienen por encima del resto, que son muchos y repartidos por todas las esquinas del sentimiento rojiblanco.

La pasión (sana) que levanta Llorente, hasta no hace muchos meses un referente para todos los que quieren al club -aunque serán legión los que ahora digan que nunca ha sido para tanto y que ya se veía venir que acabaría volando-, y el particular amor eterno que juran otros tantos a Bielsa es un asunto para preocupar. Y lo es porque el liderazgo que representan los dos deportistas se ha colado en el RH del colectivo rojiblanco hasta malentender la defensa de uno u otro en algo muy parecido a una religión. Hace no mucho tiempo nos reíamos con ganas de los iluminados que crearon la Iglesia Maradoniana, con culto enfermizo al argentino. Pues bien, aquí no se pondrán velas ni se celebrarán conversiones en masa, pero es igual de dañino porque también crea enfrentamientos.

En el último duelo ante el Mallorca no pude pasar por alto como una aficionada de Tribuna Principal no dejó de aplaudir a Llorente: cada vez que tocaba el balón, cada vez que intentaba un remate, cada vez que… Lo malo de su gesto es que, a menudo,iba acompañado de una mirada de desprecio a los que cuestionaban el hacer del delantero. Entre estos también había unos cuantos que le machacaban hasta por tocarse la nariz.

Llorente es un ídolo superlativo para varios miles de rojiblancos, incluso capaces de gritar desde ya que adoran la Juventus desde que eran niños. Y Bielsa también tiene por detrás una curía al completo. Igual que hay quien entiende que Llorente lo hace todo bien y es un mártir, están los que ven en Bielsa un Dios de metodología futbolística. Alguien irrenunciable y al que el club está obligado a perpetuar en su puesto para no perder esencia, nombre, futuro, compromiso…

Jugadores, club y aficionados deberán sacar chispa a las semanas de descanso para regenerar su estructura y evitar que las fracturas sean eternas. La centenaria historia rojiblanca está cargada de cambios de ciclo y de futbolistas y técnicos mudando camisetas y banquillos. Lo resistirá. Seguro.

 

 

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