El fin del Athletic de los ‘Garcías’
El fútbol es un deporte cíclico. Algo similar sucede en la vida. Aparecen nuevas etapas, se exprimen al máximo, con sus más y sus menos, y finalizan. Y así de forma constante. En el caso del Athletic, directa e indirectamente estamos viviendo las tres fases a la vez. Por un lado, nuevas caras están apareciendo y otras ya se han instaurado. Con el conjunto de ambas, cicatrizaron una herida de 40 años de duración con la consecución de la Copa. En la otra cara de la moneda, se está terminando otra con la salida de nombres que han cobrado importancia histórica en los últimos años. Algunos de más longevidad (Muniain, Raúl García) y otros con un periodo más breve (Dani García). En cualquier caso, se abren nuevas puertas.
Es algo que va más allá de un simple mercado de fichajes o un intercambio de cromos. Es paradójico que estemos viendo el adiós de nombres como Xabi Etxeita, Mikel Rico o Mikel Balenziaga -pese a que seguirá en activo, pero no en el fútbol profesional-. Nombres que marcaron una generación exitosa, marcados por una regularidad en Europa que muchas instituciones buscan y no siempre logran (Villarreal, Betis o Real Sociedad, entre otros). Jugadores que destacaron en un equipo donde la colectividad premió a una plantilla, a mi parecer, con menos talento individual que la actual. Una explicación de la evolución del fútbol moderno, a la cual el Athletic se está sabiendo adaptar a las mil maravillas. La Copa del Rey y la vuelta a competición europea lo justifican.
Ernesto Valverde fue el guía de ese camino conseguido (y muy poco valorado). Supo ajustar unas piezas con un juego probablemente menos brillante, pero más efectivo. Y a día de hoy lo hace con unos perfiles más dignos de la juventud actual que la de hace 10-15 años. Anteriormente, los extremos que aparecían eran Markel Susaeta, Joseba Etxeberria o Ibai Gómez. Ahora son Nico Williams, Malcom Adu Ares o Álvaro Djaló. En la medular veías a San José, Ander Iturraspe o el propio Mikel Rico. Actualmente lees nombres como Beñat Prados, Unai Gómez o Mikel Jauregizar. Perfiles clásicos ante figuras modernas. Un amoldamiento al fútbol vistoso (y físico) que únicamente se explica a través del trabajo formativo que hay día a día en Lezama. Y eso es alejarse de los tópicos que siempre ha vivido el conjunto vasco para seguir siendo único a través de su modelo. Aplaudo la capacidad del club de ser camaleónico y haber conseguido ser el Athletic de siempre y, a su vez, ser un ‘millennial’. Eso no quita, como apunte, que este deporte siempre demanda un Dani Vivian en tu equipo.
El trabajo interno de este club está siendo sensacional. Debe seguir creciendo a través de los mismos mensajes que ha transmitido durante 126 años de historia, pero sabiendo siempre que los tiempos cambian. Esta campaña lo ha demostrado. Las despedidas que vivimos en este 2024 nos dicen que despedimos lo que fuimos en la segunda etapa del ‘Txingurri’, y saludamos al ‘rock&roll’ que tan famoso se hizo en las últimas elecciones. Y cuántas alegrías nos ha dado hasta ahora… y nos va a dar.