El orgullo del Athletic
El orgullo del Athletic
El rampante Athletic Club de Ernesto Valverde está realizando un excelente inicio de campaña, en buena parte, a lomos de la exuberancia física y del talento de Iñaki y Nico Williams, entre otros. Los dos jugadores representan muchas cosas, y todas buenas.
Los Williams, de familia ghanesa, son jugadores, obviamente, canteranos y vascos como los que más, aunque sus orígenes hayan levantado ampollas y su color de piel, controversias. De eso sabe mucho Iñaki, que en los años que lleva en la élite ha lidiado con el racismo en muchas formas y en más de un estadio de primera división.
El juego del mayor de los hermanos, a menudo criticado por su falta de clarividencia ante el gol, parece haberse beneficiado del establecimiento de Nico en la plantilla. Ambos hermanos se entienden bien e Iñaki parece más suelto. Juntos abanderan, como otros deportistas de origen extranjero, la llegada al deporte de lo que se vive en una sociedad cambiante hace décadas. Son muestra de adaptación, por su parte, y de aceptación, por parte del Athletic Club, de su afición y de Euskadi en general. Y sólo eso ya es motivo más que suficiente para estar orgulloso.
Juntos capitanean, junto a otras joyas como Sancet, a un ilusionante y divertido Athletic, que vuelve a soñar con Europa y que le planta cara a cualquiera en La Liga Santander. El equipo está sexto, en posición de Conference League, a dos puntos del tercer clasificado, el Atlético de Madrid, y dos por encima del séptimo, el Villarreal. Además, los de Valverde tienen la tercera mejor diferencia de goles marcados y recibidos (11, detrás de Barça y Madrid), son el tercer mejor ataque (con 17 tantos) y empatan como la tercera mejor defensa del campeonato (seis goles encajados). Todo ello con tres goles de Iñaki y tres de Nico, ambos máximos goleadores del Athletic junto a Álex Berenguer.
Los Williams muestran la otra cara de un fenómeno social a menudo criticado, la inmigración, y que conduce a ciertos problemas sociales, normalmente, por falta de adaptación. Pero, además, su presencia y éxito demuestra que la cultura y apuesta del Athletic por jugadores locales no es una cerrazón sin sentido, como en el pasado se dejó caer en sectores de equipos con culturas muy distintas, sino que es una apuesta cultural y arraigada por el talento local, en lugar de realizar grandes inversiones en jugadores que sientan menos los colores.
Futbolísticamente, el impacto de los hermanos es también enorme, quizá menos representativo que su importancia social y simbólica, pero sin duda están mostrando una valía sin parangón. Además, aportan muchos elementos, comenzando por la velocidad, en los que destacan en la plantilla y que combinan muy bien, por ejemplo, con el talento de Muniain. Por todo ello, se han convertido en el rostro visible de un Athletic al que no le faltarían candidatos a estrella, precisamente, como los mencionados Muniain, Berenguer y Sancet, pero también Íñigo, Vivian, Unai Simón (portero de la selección) e incluso Yuri, uno de los mejores laterales de La Liga cuando está sano.
Cuando Francia, país que ha tenido los mismos problemas sociales que tiene España desde mucho antes, ganó el Mundial de 1998 con una gran parte de su selección siendo jugadores de origen extranjero (incluso algunos de ellos siendo nacidos lejos de Francia) no se dudó en alabar lo que ello representaba. El éxito de un país multicultural. Por eso mismo, el Athletic y sus aficionados nunca deberían dudar del tremendo éxito que supone que jugadores como los Williams estén adaptados y sean vascos como el que más.