RECUERDOS DE SAN MAMÉS

Guillermo Colino

19 Abril 2013

Cuco Ziganda y el gol ante el Newcastle

Cuco Ziganda y el gol ante el Newcastle

 

Mi primera vez en San Mamés ni siquiera la recuerdo. Sé que no tenía dos años, que llegaba a Bilbao el Espanyol entrenado por Clemente y que mi padre, ante semejante visita, no pudo aguantar más para hacerme debutar. Ganamos 2-1, aunque debí de durar poco más del descanso. Lo sé porque me lo han contado y porque lo he visto apuntado en un libro que mi madre se encargó durante años de completar con las anécdotas, datos y aspectos importantes de mi infancia. Para que los tuviera un día de recuerdo. San Mamés, y el Athletic, tienen eso: que son capaces de que una madre (a la que ni siquiera le gusta el fútbol) considere tu primer partido como un evento de tu infancia digno de compartir protagonismo con tu Primera Comunión, tu primer diente de leche caído, o el día en que aprendiste a andar en bicicleta.

Los primeros recuerdos son de tiempo después. Con 6, 7 años empecé a ir al campo con asiduidad. Son muchas las sensaciones que vienen a mi mente. La más fuerte, el olor a puro. Eso y el respeto por constatar que estaba rodeado de gente muy mayor. Mi niñez en La Catedral la veo así, siempre rodeado de gente muy mayor, que sabía y entendía mucho de fútbol. Esa característica, la de una afición entendida, es algo que he podido comprobar después con la edad al desplazarme a otros muchos campos de España.

La gente, el ruido, la portería de Misericordia, la de Ingenieros, los banquillos, los marcadores, las banderas, la sombra de la tribuna principal proyectada sobre el verde de un césped que era de cuento… y el arco… el mítico arco… Nada era más bello que el arco de San Mamés.

Julen Guerrero en Champions

Julen Guerrero en Champions

Algo elemental, y que no se puede describir cuando sucede en San Mamés es el gol. Cómo se vivía un gol… Recuerdo que en la primera etapa de Heynkes, y con un tal Julen Guerrero comandando al equipo, la mayor parte de los días ya habíamos celebrado uno al minuto 15 de encuentro. Hay muchos partidos en mi retina, buenos y no tanto. Tengo muy marcadas algunas goleadas de escándalo, como un 7-0 al Sporting de Gijón con 4 goles de La Perla, un 6-0 al Logroñés, varias manitas… Pero me faltaba conocer otra vertiente de nuestro vetusto campo (años después aprendí de un viejo y brillante profesor eso, que San Mamés no es un estadio, sino un “campo de fútbol”)… Me faltaba conocer San Mamés en las grandes citas, cuando se viste de gala.

Y llegó mi primera noche. Fue un 1 de noviembre. El rival, el Newcastle. Jamás olvidaré ese partido. Fue la primera vez que mi padre me dejó ir al fútbol a esas horas. Y la primera que en vez de sentarme a su lado, tuve que hacerlo detrás, en mi verdadero sitio, pues el dicho de “lleno hasta la bandera” se hizo cierto. El gol de Ciganda fue el primero de los que tantas veces celebré después como un auténtico hooligan: apenas era un chaval pero ya sentía la fuerza y el significado de lo que ciertos goles suponen.

 

Homenaje a Gurpegi en San Mamés

Homenaje a Gurpegi en San Mamés

Homenaje a Gurpegi en San Mamés

No quiero extenderme en la narración de decenas de partidos que recuerdo a la perfección. Me han invitado a hacer una reflexión sobre los recuerdos que evoca en mí nuestro amado campo y creo que no procede lo anterior. Pero sí diré que con el tiempo, con las experiencias (las grandes noches, los grandes fracasos, los duelos de alta tensión por la permanencia, las fuertes emociones durante algún minuto de silencio -Zarra-, alguna ovación, alguna despedida -mi gran ídolo Julen, el actual Presi-, alguna reivindicación -Gurpegui-, algún homenaje -Iribar- etc.) uno se ha ido haciendo más sensible a la realidad que este lugar representa. Y se da cuenta de que cuando hablamos de San Mamés estamos hablando realmente de nuestra casa. Y de nosotros mismos. Y es que para mí San Mamés es todo lo que sigue.

  • Nuestra familia. Jamás entendería este lugar sin mi padre, que es quien comenzó a llevarme y quien un 15 de abril de 1994, el día que cumplía 8 años, me dio lo que hoy sigue siendo el mejor regalo de mi vida: un carnet de tapas marrones cuyo olor a nuevo sigo siendo perfectamente capaz de imaginar. Cuando visiono mi futuro, no concibo no hacer lo propio con el hijo que espero que venga.
  • Nuestros amigos. “A la salida en mi portal”, hace mucho tiempo que no hace falta ni decirlo. Ahí hemos ido tras juntarnos para comer, beber, animar, y de ahí salimos cuando hemos tenido que seguir haciendo lo mismo, bien como terapia bien como celebración de lo conseguido. Así se fraguó por ejemplo el ya legendario “ari ari ari, Toquero lehendakari”.
  • Nuestro Pueblo. El otro día me preguntaba un amigo qué era eso de ser del Athletic. A mí una de las cosas que me parece lo define muy bien es mirar las carreteras. En día de partido, en cuanto pasas Altube, en Urduliz o en Sopelana, en Durango, el metro desde Plencia, Guernica, Bakio, Bermeo, Santurce, Baracaldo… No hay un lugar en toda Vizcaya al que mirar y no ver un detalle rojo y blanco. Eso no sucede en ninguna otra parte. Los que hemos vivido fuera lo sabemos. Y eso lo que representa no es otra cosa que los sueños, los valores y en definitiva, el modo de sentir de un Pueblo que, a las cuatro de la tarde se apresura a desplazarse, sea desde donde sea, para confluir en San Mamés.

Por todo, amo a este lugar y amo a este campo, el cual permanecerá siempre en pie en mi corazón. Derrumbarán sus cimientos, pero no su espíritu. ¡Larga vida al espíritu de San Mamés!

 

 

 

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